La Cátedra Francisco Palau, con acento leridano
La Cátedra Francisco Palau, que se han celebrado del 20 al 22 de marzo en la Universidad de la Mística de Ávila, que este año se ha centrado en el V Centenario de Santa Teresa, ha tenido acento leridano, con la participación activa de la hermana Ester Díaz en una de sus ponencias.

El segundo día Lola Jara nos mostró como estos dos místicos nos animan a vivir también esa experiencia con Cristo en nuestra vida, desde una realidad concreta.

La mañana se ha cerrado con una conferencia amena y profunda del P. José Vicente Rodríguez, quien ha presentado los símbolos místicos de estos dos grandes personajes, resaltando los símbolos del jardín, y las cadenas del amor que a la vez unen y liberan.
Ana María Díaz, cm, abrió las charlas de la tarde con una conferencia sobre la eclesialidad en Teresa de Jesús y Francisco Palau. Para terminar la jornada se tuvo la oportunidad de participar en dos comunicaciones simultaneas: “María en la espiritualidad teresiano-palautiana”, ofrecida por Irene Obradors, cm y la otra sobre cómo traducir actualmente la visión eucarística del P. Palau, por un matrimonio del Carmelo Misionero Seglar, José Manuel de Paco y Katy Valbuena.
Estos tres días de reflexión y estudio terminaron con las ponencias: “La humanidad de Cristo en Sta. Teresa y Francisco Palau”, impartida por Miguel Márquez, Superior Provincial de la Provincia ibérica de los Carmelitas Descalzos y la síntesis final de todo el Congreso ofrecida por Gabriel Castro, ocd.
La clausura del congreso corrió a cargo de Esperanza Izco, Superiora Provincial de las Carmelitas Misioneras, quien declaró que “el objetivo específico propuesto para este congreso, que era´mostrar el entronque y la honda conexión entre Francisco Palau y Teresa de Jesús de la que siempre se sintió hijo y seguidor´, ha sido plenamente alcanzado y evidenciado”.
Culminó todo el Congreso con la celebración de la Eucaristía presidida Mons. D. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila.
CRÓNICA DE ESTER DÍAZ
Celebramos -el pasado fin de semana-, el VI curso de la cátedra, FRANCISCO PALAU.
En la universidad de la mística -Ávila-. Acudimos unas 80 personas: hijas, hermanos,
seguidores y amigos del P. Palau.
Referencia obligada y gozosa ha sido la de Teresa de Jesús. No en vano nos
encontramos en el V centenario de su nacimiento. De hecho las reflexiones han
discurrido comparando madre e hijo. Sí, Palau es uno de los reconocidos discípulos de
Teresa. Desde el alba vocacional, quedó fascinado, tanto por la personalidad como por la
doctrina de la Santa. Luego, descubre en ella el riachuelo que aviva y nutre su sed.
Porque a Palau le urge calmar el apremio de comunión, que asciende desde las raíces de
su propia existencia. Sed de Dios: inmensa, profunda. Y ella le invita y acompaña a
abrevar del manantial.
Siguiendo las huellas. La herencia teresiana en Francisco Palau ha sido el enunciado del congreso.
Al inicio nos situamos en el marco teresiano que Palau vivió. Espléndida posición.
Desde ella desciframos ciertos proyectos y actuaciones de este hombre de Dios. Luego,
recorrimos los escritos o dimensiones más emblemáticos de una y otro. Descubrimos la
Influencia de lo teresiano en la pluma de Palau.
Nos detuvimos en una dimensión nuclear, común a ambos: la eclesialidad. Cauce sobre
el que se remansan tantos sueños, proyectos y servicios de Teresa y Palau. Estación -
término del recorrido eclesial, del evangelio: Jesús de Nazaret. Suelo nutricio, compañero
y objetivo en la vocación de madre e hijo. En la nuestra, también. Cristo humano.
Decidido Él a humanizar nuestra existencia, entorno e historia. Así lo realizó con ellos.
Requiere, ahora, relevante colaboración. Pues la humanidad de Cristo la descubrimos al
mirar, con ojos limpios, los rostros que pueblan nuestra actual humanidad.
La concreción del amor, celebración eucarística, María y la evangelización resultaron
mini-espacios de doctrina concentrada.
Con gozo hemos descubierto a Palau con un teresianismo muy propio: el sueño
cumplido de Teresa -se afirmó en alguna ponencia-. Él, en su época, entretejida por
circunstancias específicas y nada fáciles, dio la respuesta más apropiada, desde la
vocación recibida. Vocación densamente evangélica.
Saboreamos -con regusto anímico y a conciencia- los símbolos análogos. Cueva, cárcel,
útero, crisálida, sepulcro reflejan y solicitan muerte. Rompiéndonos, -semejante a la
madre cuando da a luz,- facilitaremos nuevos nacimientos, vida más colmada y auténtica,
PASCUA.
Así, aunque todo es lo de siempre, adquiere otro color. Es entonces cuando
recuperamos la capacidad de estremecernos ante lo cotidiano. Cuando percibimos el
milagro en el cual vivimos, continuamente, inmersos.
Experiencia cargada de asombro, ha resultado esta relevante excursión del espíritu.
Volvemos con deberes. La riqueza del carisma nos apremia a desinstalarnos, a acelerar el
paso hacia las periferias existenciales: alejados, demonios de la mentira, competitividad,
exclusión…, múltiples carencias. A esperar, y a confiar mientras servimos.
Conscientes de la propia limitación para todo lo esencial, nos fiamos de Dios, padre
bueno, de su interés por nosotros. Por lo cual hacemos nuestra la oración sálmica: Señor,
enséñanos tus caminos.
Ester Díaz S., carmelita misionera