Por último, os dejamos con este poema de Madeleine Delbrêl titulada "El Baile de la Obediencia", que nos ha hecho llegar una de las ponentes de la Cátedra y que creemos sumamente interesante.
Un abrazo a tod@s y os esperamos en la Cátedra 2024.
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EL BAILE DE LA OBEDIENCIA (Madeleine
Delbrêl )
Si
estuviéramos contentos de ti, Señor,
no
podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda el mundo y
llegaríamos a adivinar qué danza es la que te gusta hacernos danzar,
siguiendo
los pasos de tu Providencia.
Porque
pienso que debes estar cansado
de
gente que hable siempre de servirte
con
aire de capitanes;
de
conocerte con ínfulas de profesor;
de
alcanzarte a través de reglas de deporte;
de
amarte como se ama un viejo matrimonio.
Y
un día que deseabas otra cosa
inventaste
a San Francisco
e
hiciste de él tu juglar.
Y
a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para
ser gente alegre que dance su vida contigo.
Para
ser buen bailarín contigo
no
es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay
que seguir, ser alegre,
ser
ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No
pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay
que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y
recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No
hay por qué querer avanzar a toda costa
sino
aceptar el dar la vuelta,
ir
de lado, saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y
esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si
la música no formara una armonía.
Pero
olvidamos la música de tu Espíritu
y
hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos
que en tus brazos se danza,
que
tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y
que no hay monotonía ni aburrimiento
más
que para las viejas almas
que
hacen de inmóvil fondo
en
el alegre baile de tu amor.
Señor,
muéstranos el puesto
que,
en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe
tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos
la gran orquesta de tus designios,
donde
lo que permites toca notas extrañas
en
la serenidad de lo que quieres.
Enséñanos
a vestirnos cada día con nuestra condición humana
como
un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo
detalle como indispensable joya.
Haznos
vivir nuestra vida,
no
como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no
como un partido en el que todo es difícil,
no
como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino
como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como
un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia,
con
la música universal del amor.
Señor,
ven a invitarnos.
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