Sábado, día 16 de marzo, 12:30h.
José Carlos Bermejo, cme: Acompañamiento espiritual en la vulnerabilidad
Se
hablará de un aspecto del acompañamiento: la escucha. La belleza y hondura de
la escucha y de encontrarse con la persona que sufre; arrodillarse ante el
sufrimiento (como en el Viernes Santo) o callarnos (la actitud del Sábado Santo).
• Tiempos de profesionalización del acompañamiento. Han surgido muchas iniciativas. Por ejemplo, en 1997 creamos el primer centro de escucha y hoy hay 39. Otras formas: el teléfono de la esperanza; másteres; día de la escucha; se van desgranando las competencias para acompañar al que sufre.
• La escucha no es… cualquier cosa. Es un esfuerzo de alteridad, de apertura al que es distinto; de querer comprender lo que le pasa por dentro.
• Necesitamos ser escuchados. Dificultad en dejarse escuchar, dejarse querer cuando llega la fragilidad, algo que se da en la vida religiosa.
• La escucha tiene verbos hermanos: callar, mirar; acoger lo que el otro dice.
• Escuchar es una forma de humanizar promoviendo la hospitalidad. Acoger al otro que se nos da en palabra. El Papa lanza tres preguntas que sirven de examen de conciencia: a quién escuchas, qué escuchas y cómo escuchas. Problemas hoy como la soledad no deseada, suicidios, eutanasia.
• Difícil arte de escuchar. Ejercer también el ministerio de la ausencia (H. Nouwen): saber separarse y no estar cuando no toca.
• La escucha es medicina. Sentirse escuchado nos descarga, nos alivia de lo que nos angustia. La escucha tiene el poder de iluminar en el discernimiento o en la toma de decisiones.
• Escuchar cumple diferentes funciones. Ayuda a personalizar el problema, que la persona concrete qué quiere hacer que pase con lo que le pasa y qué quiere que pase. Ayudarle a empoderarse para salir del victimismo.
• La verdadera escucha es la del corazón. La escucha es un ejercicio del corazón; cultura del encuentro, de la sinodalidad.
• A escuchar se aprende. Puede escucharse cuando no hay narrativa. La supervisión es un deber ético.
• “Escucha lo que no digo”: Que no te engañen mis apariencias, la máscara que uso.
• La escucha tiene un precio. Riesgo del “burnout”. Fatiga por compasión.
• La escucha hace eco: la propia fragilidad. Es un regalo porque describe mi vulnerabilidad, le pone palabras. O la metáfora del sanador herido, el potencial que mi propia herida tiene para el otro.
• Hay que responder: el poder de la palabra. Cuánto poder tiene la palabra. Su uso es un arte; importancia de la oratoria en la Antigüedad.
• Escuchar al Espíritu. Ir con actitud de obediencia.
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